La tormenta de citocinas es una liberación excesiva de mediadores proinflamatorios y constituye un factor clave en COVID-19 grave, pero su fisiopatología no está muy bien conocida. Sobre esta base se acaba de publicar un artículo que resume los conocimientos acerca de tal desregulación inmunitaria en COVID-19.

En dicho sentido se destaca la alteración del equilibrio proinflamatorio/antiinflamatorio debido a una regulación negativa de la ECA2[1], la activación de las vías proinflamatorias por los componentes del SARS-CoV-2, la supresión de la respuesta al interferón y el aumento de la piroptosis. La alteración de estos sistemas provoca una inflamación extensa y el desarrollo de la referida tormenta, con niveles muy elevados de IL-1, IL-6 y TNF-α. La IL-1 promueve un entorno proinflamatorio y contribuye a la migración y activación de neutrófilos y monocitos (y la conocida neutrofilia de los pacientes con COVID-19 grave). Los neutrófilos son responsables del daño inducido por metabolitos del oxígeno y el nitrógeno, así como de la trombosis y la coagulación intravascular diseminada, contribuyendo al daño orgánico sistémico. Las concentraciones elevadas de IL-6, junto con IL-1 e IL-33, son directamente responsables de sesgar la respuesta inmunitaria adaptativa hacia la faceta proinflamatoria Th17 y la inmunidad humoral (Th2), con alteración del equilibrio Th1/Th2 y Th17/Treg, observado en pacientes con COVID-19 de mal pronóstico. El TNF-α exacerba el daño tisular y podría ser responsable del agotamiento de las células T y NK, que no logran resolver la infección. IL-1, IL-6 y TNF-α también son responsables del aumento de la ferritina y de las proteínas de fase aguda, como la proteína C reactiva, el fibrinógeno y los componentes del complemento. Tomados en su conjunto, se aportan elementos que contribuyen a una mejor comprensión del nexo entre las manifestaciones clínicas de los pacientes hospitalizados con COVID-19 y las referidas desregulaciones.

Cuando el paciente desarrolla una tormenta de citocinas, se necesitan tratamientos para controlar dicha respuesta excesiva. Las intervenciones actuales incluyen glucocorticoides, que suprimen la inflamación pero causan una inmunosupresión amplia, y anticuerpos monoclonales específicos para citocinas, que pueden actuar de forma demasiado restringida al dirigirse a citocinas individuales. Los inhibidores de JAK[2] serían más prometedores, ya que bloquean múltiples vías de citocinas simultáneamente, lo que ofrece un enfoque más amplio para el manejo de la desregulación inmunitaria. Pero es necesario una vigilancia bien de cerca puesto que bloquear mecanismos inmunológicos tiene sus riesgos.

Referencia

Hiti L, et al. The immunopathogenesis of a cytokine storm: The key mechanisms underlying severe COVID-19. Cytokine Growth Factor Rev 2025 Apr; 82:1-17 doi: 10.1016/j.cytogfr.2024.12.003


[1] ECA2 es la enzima convertidora de angiotensina 2 (o ACE2) que origina el péptido angiotensina, conocido por su acción vasodilatadora.​ También se sabe que los receptores ACE2 son el punto de entrada a las células humanas del SARS-CoV.

[2] Inhibidor de la cinasa Janus (JAK) inhibe la actividad de una o más enzimas de la familia de las cinasas Janus. Estos compuestos se utilizan en el tratamiento de algunos cánceres y enfermedades inflamatorias, ya que suprimen la señalización de las citocinas proinflamatorias.